Elementos Esenciales

ICAE

QUEREMOS SER UNA IGLESIA AL ESTILO

 DE LAS ENSEÑANZAS DEL SEÑOR JESÚS.

SOMOS PARTE DE LA IGLESIA DE CRISTO

Conscientes, de que nosotros somos parte de la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica de Nuestro Señor Jesucristo, Fundador, Cabeza y Guía, conscientes que nuestra misión es caminar juntos en la restauración y renovación de la Iglesia, según el modelo presentado por el Nuevo Testamento. Con este fin, nos esforzaremos para vivir los valores evangélicos y ajustar nuestra vida eclesial a imagen de la Iglesia Apostólica Primitiva descrita en los Hechos de los Apostóles y en los demás escritos del Nuevo Testamento. Siguiendo las enseñanzas de Jesús, asumimos como los principales ministerios: proclamar y predicar el evangelio; celebrar y vivir la eucaristía como signo de la salvación y del amor; recibir y administrar los sacramentos para vivir en pleno cumplimiento de la norma del Señor Jesús. Este gran estilo de vida, tiene que llegar a ser un renacer de la vida espiritual desde la persona de Jesús, su Evangelio y sus primeros seguidores.

NUESTRA IGLESIA NACE COMO EXPRESIÓN 

EVANGÉLICA - APOSTÓLICA

Nuestro único código de vida es Nuestro Señor Jesucristo, especialmente como fuente de inspiración la vida de las primeras comunidades cristianas del Nuevo Testamento como modelo de la Iglesia Naciente. Pues, nuestra fe se fundamenta en el testimonio de los Apóstoles, creemos lo que ellos mismos creyeron. Nuestra Iglesia surge como expresión de vida cristiana - evangélica - católica - apostólica, con el gozo de vivir como los primeros cristianos en cuyas comunidades todos los que se convertían al mensaje del Señor Jesús por medio de la enseñanza apostólica, se dedicaban a la vida en común, a compartir el pan y a las oraciones, con un solo corazón y una sola alma, vivían unidos y entre ellos no habían necesitados (cfr. Hech 2, 42-47).

Además, queremos asumir las enseñanzas y la doctrina esencialmente católicas, señaladas en la tradición de la Iglesia emanadas con asistencia del Espíritu Santo de los Santos Concilios Ecuménicos.

UNA IGLESIA QUE ENCARNA EL ESPÍRITU 

DE POBREZA 

A ejemplo de Jesús, nuestra opción es ser una Iglesia pobre, con los pobres y para los pobres, caminando juntos con ellos por la más auténtica renovación de la Iglesia de Jesucristo; que volvamos a ser una Iglesia pobre, sencilla, humilde, sin poderío ni riquezas y libre de todo apego material y temporal, para que así seamos un Gran Signo de Esperanza y una gran voz para los afligidos, rechazados y excluidos y de quienes no son considerados en la sociedad o en otras iglesias. Somos una Iglesia pequeña congregada en lo que él mismo nos dice: "donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo, en medio de ellos" (Mt. 18,20).

Además, nuestro gran amor a la Virgen María, Madre de Jesús, nos enseña, que no debemos ignorar a los pobres, sino a compartir con ellos nuestra pobreza, como lo señala el Magníficat, el Canto de la Virgen María: "Derribó a los poderosos de sus tronos y exaltó a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y despidió a los ricos con las manos vacías" (Lc. 1, 52-53). Nuestra razón de ser y de existir como Iglesia asume el espíritu de pobreza, se trata de estar juntos con los predilectos del Señor (Cfr. Lc. 1, 48), y poniendo toda nuestra confianza en Dios y no en el poder que da este mundo y el dinero, no amontonaremos riquezas materiales, pues, no se puede servir a Dios y al dinero (cfr. Mt. 6,19-21). Inspirados en la Virgen del Magníficat estaremos siempre vigilantes para aprender a renunciar a los apetitos que ofrece este mundo: poseer riquezas y poder para dominar a los más humildes. Honraremos a nuestra Iglesia con pastores pobres y no buscando poder en ella ni buscaremos los primeros puestos; nuestra búsqueda estará en abrazar la Pobreza Evangélica, pues, ella es la que nos dará el pleno poder y autoridad para actuar con libertad en nuestra vocación de servicio al mundo en el apostolado y en la evangelización. Queremos ser una Iglesia que de testimonio de las Bienaventuranzas (cfr. Lc. 6,20-23). Para todos nosotros, la Iglesia tiene que ser una comunidad de iguales, sin estructura de poder ni de clase, como nos ha dicho Jesús: "Lo que es de ustedes, no se dejen llamar Maestros, porque no tienen más que un Maestro, y todos ustedes son hermanos" (Mt. 23,8).

NUESTRA IGLESIA ES CATÓLICA Y APOSTÓLICA

Confesamos que hay una única Iglesia, que hay una sola fe, una la esperanza, que uno solo es el bautismo y que hay un solo Señor Dios y Padre de todos (cfr. Ef. 4,1-6). Así también confesamos que la catolicidad y la apostolicidad de la Iglesia emanan del mismo Señor Jesucristo y de su Santo Evangelio. Confesamos, pues, de este modo, que el amor del Señor es Universal (Católico), ese amor que no excluye a nadie, sino que incluye a todos y como también a las demás espiritualidades. Así mismo, también confesamos, que le Espíritu Santo, es el verdadero guía de la Iglesia, "Y cuando venga él, Espíritu de la Verdad, los guiará en todos los caminos de la verdad" (Jn. 16 13a). Por lo tanto, creemos en la diversidad de expresiones para vivir la fe y en la capacidad de las comunidades cristianas para escuchar la voz del Espíritu en sus propias realidades, por qué, pues, quieren obligar a los no judíos a vivir como si fuera. (cfr. Gál. 2,11-14). Por esta razón, queremos realizar cada tres años en el mes de junio un Sínodo Universal[1] de nuestra Iglesia Católica, Apostólica[2] y Ecuménica; y a la luz de los acuerdos sinodales cada comunidad cristiana realizará sus planes pastorales.

NUESTRA IGLESIA ES ESENCIALMENTE ECUMÉNICA

Por el mismo impulso del Espíritu Santo, nuestra Iglesia está llamada a un compromiso constante en la búsqueda por la restauración de la unidad y la superación de las divisiones entre los cristianos y no cristianos en el cumplimiento del mandato de Dios " Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado" (Jn. 17, 21). Entonces, nuestro compromiso es el esfuerzo permanente por estrechar los vínculos de unidad respetando la diversidad de credos, conscientes que  con las demás iglesias hermanas tenemos elementos de fe y de doctrina en común, así como también nuestras propias diferencias para llegar a restablecer la Gran Iglesia de Jesús, única y visible, para que sea verdaderamente universal y el mundo crea, y este mundo se convierta al Evangelio. Reconocemos, como única autoridad Suprema de la Iglesia a Jesucristo, el Hijo de Dios, que se hizo hombre, que murió en la cruz para salvarnos, que resucitó y que vendrá lleno de gloria al fin del tiempo. (cfr. Fil. 2, 5-11).

NUESTRA IGLESIA TIENE COMO PATRONA, 

A LA VIRGEN MARÍA AL PIE DE LA CRUZ (CFR. JN. 19, 25 - 27)

Nos inspiramos en la Virgen, Madre del Divino Redentor, Santa María al pie de la Cruz. Ella que con su simplicidad se identificó con los sufrimientos de los pobres, los perseguidos y excluidos, quien con su apertura a las inspiraciones del Espíritu Santo, su presencia en nuestra Iglesia es fundamental para perseverar junto con Ella y dar testimonio del Evangelio tal como sucedió en la Iglesia Apostólica (cfr. Hech. 1, 14).

La Virgen, ejemplo de virtudes y santidad, en ella nos inspiramos y la reconocemos como la Madre, maestra, sierva y la primera discípula de Cristo. Queremos aprender de la madre de Dios para vivir en la atenta escucha de su Palabra y a comprometernos con los que más sufren, estar junto con ellos como la Virgen que está junto a la Cruz de su Hijo y de todos los afligidos, para cumplir el precepto evangélico: amar al Señor Dios y al prójimo como así mismo (cfr. Lc. 10, 25 - 37).

EL CARISMA DE NUESTRA IGLESIA ES

LA ACOGIDA FUNDADA EN LA SOLIDARIDAD HUMANA

Nuestra Iglesia ha sido fundada como una expresión de fe diferente a otras iglesias cristianas en su forma de ser, de insertarse en el mundo, de actuar y de realizar su obra misionera. Su principal característica es la acogida fundada en la solidaridad entre la humanidad. Por lo tanto, por ningún motivo excluye a ninguna persona, sea por raza, clase social, ideología, cultura, opción de vida, orientación sexual u otra realidad, pues todos somos hijos de Dios y hermanos entre nosotros. Nuestro estilo de vida, es ser una Iglesia acogedora que hace prevalecer el espíritu comunitario y no la estructura como institución humana en un clima de comunión fraterna e igualdad respetando la diversidad en búsqueda del bien común y no de los intereses personales ni jerárquicos. Somos una Iglesia que privilegia como estilo de vida la acogida; el perdón mutuo y continuo, "setenta veces siete" (Mt. 18, 21); y la aceptación de los demás, porque como se expresa en el Nuevo Testamento: "Queridos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios" (1 Jn. 4, 7). Para cumplir este proyecto de vida, muestra Iglesia estará en constante oración y sin desanimarnos (cfr. Lc. 18, 1-8) y en la búsqueda de la armonía fraternal en el perdón y en la reconciliación, como se señala en el Evangelio: "No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados" (Lc. 6, 37). En definitiva, como Iglesia queremos ser un espacio y un lugar de inclusión sin discriminación, un espacio y un lugar de perdón, de amor y de paz (cfr. Mt. 6, 12). esta forma de vida será nuestro principal testimonio de fe en el Señor Jesús (cfr. Mt 18, 15 - 20, Romanos 12, 9 - 21), y esencialmente vivido desde el Amor Cristiano (cfr. 1Cor. 13, 1 - 13).

"No representamos el Gobierno eclesiástico de Roma".